Paso mis días haciendo lo mismo, excepto pequeñas variaciones. Y las variaciones me gustan mucho, son mi deleite y mi sorpresa. El día está calimetrado por mis salvajes. Pero de pronto se cierra el cielo, o se abre el cielo y los planes cambian y el dictado también. Nunca tuve rutina en mi vida y ahora es extraño. Los chicos empiezan el jardín el 4 de febrero y a partir de entonces, tendré 3 horas y media libres. ¿Qué leeré?
Varonera porque tengo las piernas absolutamente raspadas, mucho peor que mis hijos, muchísimo peor. Tengo 36 años y era ágil, bailo ruso, hago medialunas, verticales, hacía verticales. En la corteza de un árbol de Ibirapuera dejé mi rastro, una corteza muy prominente y de mi parte un error garrafal de cálculo. Mi plan era hacer la típica vertical contra un árbol. Sólo que quedé descentrada y sin tener con que detener todo ese envión, me raspé gran parte de la pierna izquierda y luego caí. Ahora trato de evitar los shorts, las polleras y vestidos porque me da pudor ir con estos raspones. Heridas de una guerra querida, una guerra excéntrica.