De regreso en SP. Mis hijos cada tanto dicen que quieren ir a la casa de fulano y sultano. BA fue un tour familiar desenfrenado y sin aire acondicionado. El departamento que alquilamos frente a un Parque Las Heras ralo y seco era perfecto para nosotros. De haber tenido aire, no hubiéramos tenido luz, así que fue una buena apuesta. Para el invierno será perfecto con radiadores hasta en el baño.
A Dodó la vi tres veces, me pareció muy poco pero la verdad es que pudimos pasar unos lindos ratos. La logística es complicada, además, los chicos están mucho más grandes pero no hay que obviar que todavía no tienen 3, son varones y hacen yunta. Mi abuela está en silla de ruedas, su cuarto está en un primer piso y el jardín y el café en planta baja.
Un día le dije a mi hermana, hablando de D y U "es que me agotan" y seguí "viste ese día que viene el mejor amigo de Li y quedás agotada, así, 24/7". El tema parecería ser tener una empleada y uno se acostumbra a no tener y te parece hasta muy incómodo tener. Más si uno trabaja desde casa y esa parece que va a ser la norma por acá. La chica que venía dos veces por semana me mandó un torpedo, así se dice en portugués mensaje de texto, que está embarazada y que le queda muy lejos y que va a trabajar menos. Igual, no me convencía y creo que yo a ella tampoco. El clásico no hay mal que por bien no venga. el problema es que soy bastante obsesiva y tengo una adicción severa a barrer. Mi prima María que vive en París me comentaba que no tiene empleada pero no porque sea caro sino que es muy relajada y cada tanto, creo que una vez por semana, limpia baños y demás. Yo soy más de barrer y limpiar los interruptores de la luz donde quedan manchas de los dedos, es un trabajo de hormiga inconducente, lo sé. También lavo mucha ropa desde que tengo lavaropas y guardo las cosas para planchar en un armario de la cocina y eso me da mucho placer, las pilas de ropa limpia, doblada pero arrugada en esos estantes, es como un refugio, sólo saber que existe ese rincón, ese sistema ahí me deja tranquila. Odio pasar un trapo. Lavar los platos no es tan terrible, pero con el orden y la limpieza hago mucho esfuerzo porque me cuesta mucho y no tengo talento.
Es raro haberse mudado tanto en los últimos tiempos, pero casi sin menaje porque cuando uno vuelve a la casa de los padres, los tuppers y repasadores están grasientos y curtidos y eso debería ser normal. Pero no, lo normal se ha vuelto comprar esos enseres repetidas veces, muy ecológico, por cierto. Los repasadores y delantales son una de mis cosas favoritas en este mundo.
Estaba leyendo Clarice Lispector. Nunca parece que me puedo hacer tiempo para continuar. pero me parecía una cruza de Katherine Mansfield y Cesare Pavese y es todo un elogio.
Tengo un celular inteligente y me parece que el principal uso va a ser sacar fotos. Me alegra, la idea era estar más conectada en esas horas medio muertas en el patio del edificio donde leer se complica, llevar la compu más y hay que mirar a los chicos cada tanto. Pero me da mucha fiaca abrirme al mundo del whatsup y la conectividad y disponibilidad inmediata. Como una amiga que después de separarse se dio cuenta de que ella era tanto o más obsesiva por el orden, la decoración y la limpieza que su marido. Yo tengo algo de fóbica, aunque me ponga a hablar con cualquiera y muchas veces me arrepienta.
Mi falta de memoria para los rostros, no sé si tendrá un nombre esa patología es que dudo, dudo y dudo. Por ejemplo, ayer fui a una clase de yoga y saludé a la profesora, fui al baño volví y la profesora me saludó otra vez, me pareció medio raro pero como nunca me acuerdo de las caras, pensé que la pasaría lo mismo a ella. Cuando entré al salón vi que eran dos personas totalmente diferentes, salvo por la contextura y color de piel. No es mucho parecido, ahí con el contraste entre las dos, me dije que tengo que tratar de prestar más atención, aunque no sé si tienen remedio.