sábado, julio 08, 2006

no te quiero escuchar, le dije

cerrando y empujando la puerta del baño para que no pudiera entrar y quedarme a oscuras.
Entró y prendió la luz, como si eso cambiara algo. Me senté en el inodoro. Antes había ido al cuarto pero me pareció demasiado grande. Necesitaba algo que me contuviera.
En toda esa bronca sin tiempo me fijé de no agarrarme los dedos con las bisagras de la puerta y de no agarrárselos a él. Es lo primero que me viene a la mente cuando veo una puerta. Ya me pasó una vez y qué barato la saqué. Aunque había un claro desliz vertiginoso, mi instinto de conservación seguía intacto.
El otro día al probarme un vestido perdido en una tienda, único, según dijeron las vendedoras, me dijo "muy lindo, se ve que te estaba esperando, sólo te falta el cuchillo en la mano". Demasiado convincente; cinco minutos después estaba pago y envuelto.
Hoy me dijo que cuando entró al baño yo gritaba y tenía como una saliva espesa y blanca.

3 comentarios:

Melibé dijo...

Sin ánimos de ofensa, te gusta Cortázar ¿verdad?

paula p dijo...

nooooo cortazar no. es la vendedora fogwilliana, que le tocó

Graciana dijo...

es verdad, paula, no, cortazar,aquí al menos no, más bien telenovelas de los ochentas, amo y señor, némesis, cristal.
dice mi madre que de chica me tiraba al piso, lloraba y pataleaba como "obligándome a pegarte" y que siempre pensó que iba terminar a lo liz taylor, alcohólica y con marido golpeador.
aunque aún estoy a tiempo de torcer mi destino hacia el glamour decadente.
a todo esto, gracias por mencionarme en selecciones!