Decía que el fin de semana me queda mal últimamente, me queda largo, seguro e incómodo también.
Se murió su hermano adorado y eso me dejó ya medio floja. Me preocupé por la perspectiva del avión en diciembre y me tranqulizó la idea de recurrir a algún tipo de pasta. Y me preocupé por el no vuelo del mío, irónicamente.
Pero son ya varios fines de semana y este es verdaderamente largo. Mucho quedarse adentro y parla parla parla. Es totalmente crucial y hay algo ya casi tipo tatuaje de lo que me cuelgo, si hay que bajar que sea bien bien hasta el fondito.
Era más parece y ahora es menos y también, estoy un poco menos y antes estaba más. El debe y el haber del juntos.
Créditos hipotecarios, mesadas de aluminio, material didáctico, clarín, recetas fáciles, casilla de correo, supermercado chino.
La saga de Mr. Ripley llegó a su fin hace un tiempo y todos los libros que voy poniendo en mi mesa de luz luego de 2 días, van volviendo a la biblioteca bajo el sello "no apto".
No tengo nada de ganas y claro que yo lo organicé, "¡Dále! estaría genial.
¿Meterme en la bañera? Da.
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