En el inmueble donde vivimos:
ir a ver a los vecinos, mirar lo que hay, por ejemplo, en la pared que no es común, verificar, o desmentir, la homopatía de las viviendas. Ver cómo se le saca partido;
darse cuenta de algo que puede parecerse a un despiste y que puede venir del hecho de coger la escalera B en lugar de la escalera A, o de subir al 5º a pesar de vivir en el segundo;
tratar de imaginar, en el marco mismo del inmueble, las bases de una existencia colectiva (he visto en una vieja casa del distrito XVIII, un WC que era común para cuatro viviendas; el propietario no quería pagar el alumbrado del citado WC y ninguno de los cuatro inquilinos había querido pagar por los otros tres, ni había aceptado la idea de un único contador y un recibo divisible por cuatro. Entonces, el WC estaba alumbrado por cuatro bombillas distintas, cada una de ellas accionada desde cada una de las cuatro viviendas: una sola bombilla habría alumbrado durante diez años día y noche y por supuesto habría costado menos caroque la instalación de uno sólo de aquellos circuitos privativos).
En los inmuebles en general:
mirarlos;
levantar la cabeza;
buscar el nombre del arquiitecto, el nombre del contratista, la fecha de construcción;
preguntarse por qué a menudo está escrito "gas en todos los pisos";
tratar de acordarse, en el caso de un inmueble nuevo, de lo que había antes;
etc.
PEREC, George. "El inmueble", Especies de espacios. Barcelona: Montesinos, 2004. 146 pags.
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