Me pasó ya varias veces de llegar a páginas de Facebook de muertos o moribundos. No conocía a ninguno, eran o son amigos de amigos o conocidos y leo los muros con despedidas, palabras de aliento, deseos y confesiones como si fuera la catapulta al más allá, como si inexorablemente esos mensajes fueran leidos por el moribundo o difunto. Me pregunto si yo también me contagiaré de este hábito extraño.
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