miércoles, julio 11, 2012

Querido departamento de Michoacan:
Ya tengo saudade de voce. Es uno de los departamentos más preciosos que jamás haya visto: pisos de noblísima madera que rechina. Puertas macizas, herrería brillante, vistas generosas: a una escalera caracol que sube a la terraza,  a los árboles, pajaritos y mariposas en el frente, a un ficus frondoso en el cuarto del fondo. Una amplitud que deja pensar y decidir, pese a todo.

Hoy es una tarde de verano, de esas que casi no existen en julio, en esta ciudad.

Una cocina grande, blanca, luminosa y con un balconcito que da al patio interior con plantas y la escalera serpiente hasta la azotea.

Vecinos músicos, judíos, rusos o ucranianos, vecina de arriba preciosa, con aires de una Lila Downs de un metro ochenta, amorosa, que casi se muere el verano pasado, que adora a mis muchachos.

El enorme baño, blanco y con tina con patas: ideal para dos, coronado por una ventana que se abre al ficus frondoso.
Pasillo largo, largo que separa frente y fondo.
Joya de los años dorados del Hipódromo de la Condesa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Voy a pisar esos pisos. Esos que tienen las huellas de los primeros andares de mis sobrinos. Can´t wait!!!

inés dijo...

!bien por brasil! más cerca y una nueva aventura... los niños hablarán sus primeras palabras en portugués también... qué lindo, gra!