me pregunta el científico taiwanés que se va a tomar un sabático de dos años en SP. "Two". Estoy parada en el centro neurálgico del arenero principal del Parque Trianon. Es un arenero redondo, perfecto "to spot my children". Son dos varones inquietos a quienes pareciera gustarles mucho los deportes extremos. Muy difirentes a sus padres en ese sentido, como sucede a menudo. Muy diferentes a lo que uno imaginaba que serían sus hijos pero divertidos, pegoteados, adorables, insufribles, suaves, pícaros, destartalados, fibrosos, expertos, incomprensibles, dependientes y emacipados. Adictos a los abrazos y fanáticos de las motos.
Mis hijos no me hacen mejor persona, lo pienso y no tiene ningún sentido esa frase. A mí me hacen la vida más intensa y me prueban una y otra vez.
El Parque Trianon es a la vez peligroso y seguro para ir con ellos. Es difícil de explicar es un parque con una mata atlántica frondosa, único en su tipo, abandonado durante años y tierra de junkies y prostis. El sol se abre paso y logra unos efectos visuales notables. Pero tengo que ubicarme en el centro del parque para asegurarme de que mis hijos no se desnuquen y ver doble, siempre doble.
2 comentarios:
jaja la mirada estrábica!
esos chicos son totalmente comestibles!!!!
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