viernes, marzo 08, 2013
Natalia Ginzburg, extracto de Las Pequeñas virtudes
La relación que existe entre nosotros y nuestros hijos debe ser un
intercambio vivo de pensamientos y sentimientos, y, sin embargo, debe
comprender también profundas zonas de silencio; debe ser una relación
íntima y, sin embargo, no mezclarse violentamente con su intimidad; debe
ser un justo equilibrio entre silencio y palabras. Nosotros debemos ser
importantes para nuestros hijos, pero no demasiado. Debemos gustarles
un poco, pero no demasiado, para que no se les ocurra llegar a ser
idénticos a nosotros, copiar el trabajo que hacemos, buscar nuestra
imagen en los compañeros que eligen para toda la vida. Debemos tener con
ellos una relación de amistad, pero no debemos ser demasiado amigos de
ellos, para que no les resulte difícil tener verdaderos amigos, para que
no les resulte difícil tener verdaderos amigos, a quienes puedan contar
cosas de las que con nosotros no hablan. Es preciso que su búsqueda de
la amistad, su vida amorosa, su vida religiosa, su búsqueda de una
vocación estén rodeadas de silencio y de sombra, que se desarrollen al
margen de nosotros.
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