Venía durmiendo y soñando profundo. Mis primeros sueños,ya viejos, son de la semana pasada. Eran sobre intrusiones a mi casa, robos nocturnos. En el primer sueño mi casa quedaba intacta, me refiero a la estructura y hasta me alegraba porque nunca terminás de aceptar lo caro que es San Pablo. Por eso compramos varios muebles por internet y resultaron ser una gran decepción: melanina brillante, difícil de explicar. En ese sueño yo terminaba contenta: ahora podemos empezar de cero otra vez, comprar muebles más lógicos.
En el segundo sueño era sobre un robo mucho más extremo. Vivíamos en una planta baja y cuando volvíamos la habían explotado, era escombros, debris. Quedaban los agujeros de las ventanas desfigurados, las paredes y ningún rastro de muebles, ni de nada.
Mi tercer sueño ya de esta semana y que completa la saga, creo, o al menos así lo siento era sobre otra inminente mudanza y lo raro es que, como siempre, parecía prometedora, pero yo la cuestionaba: "Ya estábamos más cerca. ¿Ahora subir otra vez?". Era a algún lugar de Europa, pero un lugar que tenía que ver con nuestra historia: ¿Galicia? ¿El país vasco? ¿Portugal? Polonia no creo porque era arriba a la izquierda.
Muchas veces pienso en las migraciones como desplazamiento de fichas un tablero, más hacia arriba, hacia abajo, a la derecha, la izquierda, con cuidado de no caerse, ni salirse.
Una vez hace ya muuuchos años charlé con una viejita en un colectivo a Chiapas. Ella me habló en esos términos cuando me preguntó de dónde venía; sólo conocía arriba y abajo. Por supuesto que el español no era su lengua materna y no podía creer que sí era la mía.
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