Zurbarán pintó una teta
de mazapán blanco
con un bombón
Es un Águeda multicolor
con la cabeza a un lado
izquierdo.
Labios geisha con colorete,
los párpados español oscuro.
Espera más masas.
Espera que dejen de mirarla
para poder comer sus senos.
Con mangas bolsudas
viene a ocultar lo que se trae.
¿Y el collar?
El pecho es chato
y la panza parece hinchada.
Está preñada de dulces,
acalorada.
Trabaja como matrona tiempo completo
pero es su hora de almuerzo
y va al comedero de ciegos.
A Lvcia no la puedo ver bien
sólo en claroscuro.
Demasiados broches dorados
vigilan sus ojos.
Pero no sé dónde está su mirada.
¡Ah!
En un plato de camping
ofrece dos ojos bizcos.
A Lvcia no hay que perderla de vista.
En una mano
y tiene una corona de flores.
Pero no parece interesada
en las ofrendas.
Con su vianda va al salón
donde atracan
Hora de descanso.
Lvcia es a la vez moza y patrona
Es un trabajo temporario
que no le lleva mucho
y le deja buenas propinas
porque el básico ya sabemos cómo es.
Águeta tiene un bulto en el vestido.
Tal vez se robó algo pesado.
Todavía faltan cinco horas
para la cena.
Necesita nutrirse.
Es madre de leche de seis bebés.
Cuando está de buen humor los deja
cuajarse en su capa de pana.
¿Por qué usa capucha?
En sus visitas oficiales
recoge niños destetados.
Sale con señuelo para la sala de prematuros.
Son sus dilectos.
Lo que más le gusta de ellos
es su olor indeciso.
Los visita en su franco
y les pone nombres adversos.
Son incomparables
a sus bebés de leche.
Los prematuros son cachos,
son cuajos, fractura inmadura
frágil de amar.
Meollos de carne, llanto y pelo.
En sus visitas lo que más le gusta
es la distancia obligada
entre ella y los adefesios.
Lvcia es tan esquiva
a la hora de levantar los platos.
Tiene asco.
Una moza y el asco nunca pueden ir juntas.
No puede torcer su destino,
puede mirar y mirar y saber
lo que no saben las otras.
Si se concentra puede verlas en bombacha.
Pero las mira a veces
y con los ojos les saca
los puntos negros y la barba.
De las lindas
envidia su inobservancia.
Entonces tiene una idea:
pintarles autorretratos.
Comienza en su hora
Las pinta cómo ellas se ven
-se hace bastante célebre por esto-
y no la dejan de llamar
y gracias a que en el comedero
todos la respetan
dejan de ser tan sucios
y ella no tiene tanto asco.
Ahora puede tocar a las ciegas.
Las maquilla
y luego empieza con los bocetos.
Trabaja con tanto óleo
que sus cuadros son para tocados
más que para mirados.
Cada vez más
las ciegas son autoras de estas pinturas
porque antes de ser maquilladas
se tocan y esos volúmenes
se reproducen en los autorretratos.
Pero cuando la fama estalla
le dice basta a los autorretratos de ciegos.
De ahora en más sólo bebés prematuros.
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