Era de noche. Llegaba a la peluquería y como siempre me sentaban en esa especie de trono que suelen tener,
Estaba todo muy ajetreado y demorado. Cada tanto, el peluquero pasaba apurado y me comentaba algo. Como demoraba iba al baño ¿a buscarlo? ¿o me lo encontraba en el baño? El salía en cuero, con el jean muy bajo y los pelos púbicos asomando, era muy flaco pero no estaba mal. Aunque yo me alertaba más que nada. Hacía mucho calor.
Entrábamos a un consultorio donde veíamos mi ecografía y ahí claramente el ginequero confirmaba mi avanzado embarazo de 3 meses y medio, pero en verdad los bebés, que eran dos, tenían un tamaño de tres meses y medio de nacidos. Lo más intrigante era no sólo que fueran dos sino que me mostraba que cada uno de ellos tenían dos pies iguales, derechos, creo. Me los mostraba y me quería tranquilizar con un "Pero no te preocupes porque eso muchas veces desaparece en el transcurso del embarazo y en el peor de los casos les compras dos zapatos iguales, no?"
Claro, obvio. Mande, pues, ginequero.
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