jueves, febrero 05, 2009

vida de perros

El sábado hablando con mi hermano, C descubrió que es fanático de los perros, yo también lo descubrí, pero no le di importancia. Su fascinación se intensificó al descubrir un programa que se llama "El encantador de perros" que dan en animal planet. M contó que el encantador es un psicólogo y que a lo largo del programa devela que los problemas los tienen los dueños y nunca los perros . C dijo: Ja! Igual que tu hermana que le obsesiona niñera SOS, donde el problema son los padres y nunca los niños. A tu hermana la eclipsa y eso que no tiene hijos y vos igual, sin perros y fascinado con el encantador. Deberíamos regalarte un perro, boludo, tenés todo el tipo, cómo te veo.
Mi hermano no quiere saber nada con tener un perro, supongo les da demasiada importancia y no podría con la responsabilidad.

Pero de chicos sí tuvimos perros y m volvió sobre eso el sábado para justificar qué nos había pasado con ellos.
¿Y qué nos pasó?

Chaplin fue el primero, lo regalaban en alguna casa de la provincia de buenos aires y ahí fuimos a buscarlo. Lo trajimos muy bebé y casi que le dábamos la teta. Yo no me acordaba pero según m era como el novio de mi mamá, dormía en su cama y a la mañana antes de ir al colegio cuando entrábamos al cuarto nos gruñía mal desde la cama. También se sentaba a los pies de ella y no nos podíamos acercar. El perro se fue poniendo cada vez más violento, esto quiere decir que nos fue mordiendo a todos. Y ahí fue que llamamos a un adiestrador. Es el día de hoy que con m no podemos entender cómo fue que llegamos a esta situación: mi madre se ponía en cuatro en el living de casa y el adiestrador nos enseñaba a cada uno de nosotros, es decir a cada uno de sus hijos, cómo relacionarse con el perro, es decir mi madre. Le ponía la correa y nos mostraba cómo pasearla, esto ocurría en un piso veinte en un living en recoleta.
Tuvimos otro perro también. A este lo llamamos Lennon. Lo trajimos de alguna otra casa de provincia. Mi mamá creía que habiendo tantos perros no queridos no daba comprar uno. Lennon no era violento, era apasionado pero no violento. Yo dormía en la cama de arriba y cada vez que me acostaba, él lloraba y era muy angustiante. Durante el día se dedicaba a intentar montar mi pantorrilla. Tenía que empujarlo todo el tiempo para que se bajara. Un día lo llevabamos al veterinario, yo tenía 11 años y la situación era cada vez más insoportable.
El diagnóstico fue "hipersexualidad".
Los dos perros fueron regalados, ojalá hayan vivido un poco menos perturbados en algún campo de la provincia de buenos aires.

2 comentarios:

inés dijo...

jaja, qué historias!
me gustan las historias pero no los perros... siento que no los puedo controlar que estan fuera de control..

Graciana dijo...

decímelo a mí!
besos