viernes, octubre 30, 2009

me auto-

publico

inédito, 2001?

Día después de subir a una viga


(Dos damiselas de hospicio,

corte Juana de Arco,

discurren sobre elevadas y móviles

superficies).


Madre. -Ya lo sabías hija, es una rara forma

de avanzar. Puedes intentarlo como mujer

que sufre muertas horas.


Hija. -Deja tan tarde consejo, toda mujer conoce

lo que a su alcance está. En mi caso sucede que

sabes mis pies

calvos y cómo por todas las líneas andan.


Madre. -Hermana casi mía eres y tienes esos

mismos cayos y juanetes

que de líneas todo lo saben.


Hija -Lo sé, de mí dudas, pero tienes que erguirte

y usar tu derecho de madre que pronto

caduca. Debes saber creer en esa fuerza naranja

de tus bíceps, tienes músculo,

acércate a él, tienes pudor de materiales poco finos,

pero vigas, madre, son tan gruesas,

no creas que no soy joven para entender,

tienen el olor del tránsito de gentes, de viaje

a Tigre, te pierdes en esas paradas y dejas

el peso como excusa en Vicente López a tu regreso,

es ese olor a cuero tapizado, ese caño hecho una grasa,

esa manera de torcerse para alcanzar Tigre, Guarupá,

Chivilcoy, cuando quieres llegar al pasamanos, estás

en busca de Hogar, de Polonia o Tailandia,

tienes tus ojos chinos y tu mandíbula

saliente y eso no te deja en ningún lado.

Sales como de nada, de historias contadas a la luz

de un trapo que repasa tus premios natalicios

y la verdad es que me pierdo entre tantas migas de pan.

Te defienden mis palabras, a tu destino te acercan

a tu casa de once pulgadas de mapa, porque sabes

que encuentro no tu pueblo, sólo puntos y más guiones

que para tí son divertidos y no tienen importancia en mí

y cuál es tu constelación de deseo.


Madre. -La viga me trae atada y puedes sacarme

o no te lo permito, pero cree en las vigas

de mi sangre y mis tubos.

Qué maraña de tubos hay en la ciudad, semáforos,

qué bellas estridencias, y lo más son las luces

que bordean el botánico jardín, mis lecturas las aprovechan,

saben cuándo la noche convida a la causerie. Y bancos

de plaza y hierro en ellos y tantas otras configuraciones

metalúrgicas. Marrana, qué derroche de vigas.


Hija. -Cómo no perderte a tí misma,

tú me convences de escapes, pero tal vez

se pueda dar a los pájaros de comer,

no te gustan acaso, a tu vidrio

escarchado han venido esta mañana,

ni los notas tú, pero te buscan.


Madre. -Buscan de tí madre, madre novicia como

aquella novia de torta de bodas. Quieren taparse

con tus tules amarillos nuevos casi

con tu ajuar de invierno.

Quieres ver más animales

dílo de veras no son sólo torcazas

las que tu nido lamen. Vienen bandadas

a espiar tus jazmines secos, tu hiedra oxidada.


Hija. -La potencia de la altura es la que vocifera en tí,

dáme tu mano y vuelve a este incendio de copas de árboles,

ya en otra estación estamos, no sigas con taxos inútiles

sé indispensable, lavable, reversible, sumergible, convexa,

tierna, arrepentida, inoxidable, plotina,

epicúrea, calmante, epsilon, lambda.

Sé una lambda viva. Una curva hueca.


Madre. -Tengo el sabor de la distancia

en mi punta de lengua, pero el sabor más amargo

que todos: mi ojito de memoria,

mi ancla invertida en las nubes.

La busca de destellos yerro, la marca

de mi peso plazo, balanza de mi cuerpo,

viga, un terceto de deseo al pasar el Tren.




1 comentario:

lulette dijo...

no me canso de leerlo