lunes, noviembre 15, 2010

justificaciones

pudimos ver el sexo. dos penes claramente definidos. yo no estaba nada ansiosa por saber de qué iban, pero c no podía más, mi argumento era que me gustaba ese interregno donde todas las combinaciones eran posibles, una vez que supiéramos iba a ser irreversible. y así es ahora. a mí particularmente tener dos hijos varones me divierte, aunque no lo había verbalizado me hubiera dado pánico que fueran dos mujeres. tiene mucho que ver con esa repulsión que tuve hasta hace poco hacia la maternidad. es la interacción madre hija que me da pánico. claro que me hubiera gustado que fueran uno y uno, aunque hubiera sido raro, también, tener la misma cara de mi madre y luego tener mellizos de los mismos sexos. a c, por otra parte, le fascinan las mujeres y tiene una gran empatía con ellas, siempre se imaginó como padre de una. yo le digo que quién sabe, que tal vez más adelante, pero a él 3 hijos ya le parece demasiado. nunca me imaginé que el embarazo me iba a caer tan bien, más allá de esa alergia que ya está controlada.
estamos pensando qué vamos a hacer con dos varones, literalmente, poque por acá el fútbol y cualquier otro deporte nos produce un tedio inconmensurable. y dándole vueltas al asunto pensamos en hacer películas, rompecabezas, aeromodelismo (pero no me incluyo), legos, bicicleta, libros, skate, campamentos y cocina. si quieren fútbol, estará manuel.
una cosa que me sorprendió decir fue de alguna manera zafamos del mal gusto, el rosa y la furia de las barbies, los programas de tele con harpías desmesuradas, esa intensidad que tenemos y esa crueldad que pueden tener las niñas. porque las imágenes que veo son las mías, de mi propia infancia, acostarme boca abajo gritando y pataleando en la  vereda para montar un drama, rehusarme, a los cuatros años, a ir a esquiar sin mi pollera escocesa y casi perder la punta de un dedo por querer irrumpir mis celos en la habitación donde estaban jugando mi papá y mi hermana. yo nunca lo vi volver a mi hermano con mordidas en el pecho como las que me hizo una compañera.
todo esto no quita que una piernas regordetas con medias de lana tambaleándose en el pasillo de un super no me produzcan muchísima ternura, ni que mi padre cuando le dijera el sexo me dijera qué aburrimiento, pero los comentarios de mi padre nunca me escandalizan, era lo que tenía que decir y yo lo sabía.   
y volviendo a otra cosa, sólo cambié un pañal en mi vida, creo y fue a mi sobrino, nunca me imaginé limpiando la vagina de una nena, esa vagina que siempre me pareció que tenía un tamaño desmedido para el cuerpo de una beba. además está el tema, nada menor de cómo llamar al sexo femenino.

2 comentarios:

inés dijo...

ahhh! qué sorpresa, especialmente cuando el promedio humano se inclina al sexo femenino, tener dos varones!

Luis Chaves dijo...

!!!!!