viernes, diciembre 04, 2009

para terminar la semana

comiendo un yamani en el deli de la vuelta, siento un crack, espero consecuencias y como nada, todo sigue y fluye. se acerca un sommelier y mi madre le reclama degustación, vuelve y se inquieta por mi no ingesta de alcohol, me pregunta si me gustan las gaseosas, más o menos, si me gusta el bayleys, no, postre en forma de bebida, no es para mí, la fresita, horrible, algo? sí a la caipirinha mucho y la margarita un poco menos. consejos sobre cómo ir educando el paladar, bueno y lo más importante es que lo combines con un queso y yo, queso? tengo otro problema y es que el queso no me gusta. yo estoy segura de que tengo un tema químico, un desbalance o algo y tengo muchos argumentos más.

muchas risas con el sommelier, ja, ja, ja, pero ahora no me río. llega el postre, cheese cake de chocolate blanco con los benditos frutos rojos y ahí aparecen los efectos tardíos del crack, se desprende la mitad de una muela. ahí dejé de comer, de reirme y de sentirme adorable, ahí está todo mal. me quedo con el pedacito de diente en la mano, no puedo dejar de mirarlo, pedimos la cuenta y me vuelvo caminando con la mano como mendigando, o con los dedos canastos y los restos expuestos. subí, corté un pedazo de plástico y lo envolví. ahora lo tengo en la cartera pero tengo que aguantar la fisura hasta el lunes y es horrible saberla ahí.

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